jueves, 18 de abril de 2013

CHIANG MAI. Elefantes, selvas y balsas de bambú

Como ya he dicho en el post anterior, nuestro viaje por Tailandia siguió dirección norte, hacia Chiang Mai, o la Rosa del Norte. Chiang Mai significa literalmente "Nueva Ciudad", a pesar de tener algo más de 700 años. Allí encontramos una naturaleza exuberante y practicamos nuestras primeras actividades al aire libre después de unos días dedicados a las ciudades y a la cultura.  Chiang Mai se encuentra bien al norte del país, así que es recomendable que llevéis una chaqueta finita para cuando refresque por la noche, que de día no os hará nada de falta.

Muchos consideran Chiang Mai como el campamento base para sus excursiones por la selva o para visitar las tribus de las montañas del norte. Como veréis más adelante, es una ciudad con puntos culturales a visitar y está de moda apuntarse a clase de cocina o de masaje tailandés.

De las experiencias vividas unas fueron fantásticas y otras menos, como en cualquier viaje. Llegamos muy temprano, después de haber pasado una noche congelados en el tren. Pero yo tengo la suerte de dormir como un tronco en cualquier lugar, así que íbamos dispuestos a no perder ni un momento del día. En la misma estación de tren hay un puesto de información donde nos ofrecieron varias alternativas de alojamiento, y sin comernos mucho la cabeza elegimos una para ir a dejar los trastos.

Resulta que ni tiempo a ducharnos tuvimos, en recepción nos dijeron que si queríamos aprovechar en 40 minutos nos podían venir a recoger para hacer una excursión de esas que haces un poco de todo. ¡Dicho y hecho! La excursión consistía en varias actividades: montar en elefante, caminata por la selva, comida y bambú rafting.

PASEO EN ELEFANTE EN CHIANG MAI

Subirse a un elefante es una de esas cosas que siempre había querido hacer en la vida. ¿Fue tan bueno como me esperaba? No. Son unos animales fantásticos, grandes, poderosos y curiosamente con aspecto sabio; pero esa granja no dejaba de ser un reclamo turístico en el que hay varios grupos de turistas al día, a los que simplemente les dan un paseo en elefante durante un rato y listo.
Después supe que Tailandia hay otro tipo de granjas, donde primero te explican cosas sobre ellos, te dejan tocarlos, los ves bañarse, incluso en alguna de ellos los ves pintar! Así que elegid bien. En nuestro caso después de una explicación básica de 5 minutos, nos subimos en parejas encima de los elefantes e hicimos una vuelta por la jungla de más o menos una hora.
Sólo llevaba "conductor" el primer elefante de la fila, el resto iban atados unos a otros por cuerdas. Aprovechan para venderte un manojo de plátanos ya que se ve que es una de las frutas favoritas del elefante. Es muy gracioso ver como levantan la trompa para pedírtelos mientras estás sentado sobre ellos. ¡Si tardas en dárselos te sopla con fuerza! Y como somos un poco malos dejamos que lo hiciera varias veces para divertirnos.
Si bien es algo triste verlos atados y repitiendo las mismas vueltas como en tíovivo, el paseo por la jungla es bien bonito, ves árboles y plantas desde otro punto de vista.







CAMINATA POR LA SELVA Y CAMPOS DE ARROZ

Después de nuestro paseo en elefante, seguimos nuestra excursión junto a unas 5 personas más en camioneta para hacer una caminata ligera por los maravillosos paisajes del país. Es una de las cosas que más me gustó del día, hacer algo de ejercicio y estar en contacto con la naturaleza. El recorrido es sencillo, fácil de seguir y con un guía que fue la mar de atento. Nos señaló las plantas y animales más interesantes, nos explicó muchos datos sobre el cultivo del arroz y en general nos lo hizo pasar bien.



La excursión pasó junto a un pequeño pueblo en el que se mezclaban las construcciones tradicionales con algunas más modernas.

La caminata sigue por senderos nada difíciles, pasamos por encima de varios ríos por puentes de bambú algo inestables y divertidos. Si tenéis algo de vértigo... ¡Pues espabiláis!


Y hacia el final de la excursión, llegamos a una preciosa cascada que llevaba bastante agua. Todos los del grupo aprovecharon para descansar, pero nosotros pensamos que se descansa en casa, así que: ¡Al agua! Estaba fría de... narices y era algo difícil volver a subir a las rocas, pero valió mucho la pena. Si no sois tan atrevidos, creo que cerca había un sitio para tomar el sol y unas cabañas de bambú para los que se quedan a pasar la noche en la selva.



Después de esta mañana tan intensa hubo una parada en la carretera para comer comida local, que no estaba nada mal. El menú ya estaba acordado y lo bueno de eso, siempre hay algo positivo, es que acabas probando platos que nunca que habrías pedido. La cocina tailandesa es maravillosa, excepto porque le ponen cilantro a todo (odio con toda mi alma el cilantro) : b Por si os hace falta, cilantro se dice "coriander" en inglés.
Algunos se echaron una siesta así de a gusto.



BAMBÚ RAFTING CERCA DE CHIANG MAI

Como última actividad de la tarde hicimos algo realmente divertido, "bambú rafting". En un principio puede parecer una chorrada pero si vas con el humor adecuado y no te da miedo el agua es estupendo. Haced caso al guía de no llevar nada que no queráis que se moje, la cámara de fotos ni de broma, ni cartera, ni nada. Dejadlo todo en la camioneta. Lo mejor es ir en bañador o bikini y unos pantalones cortos, porque os aseguro que os vais a mojar.
Las balsas de bambú son muy sencillas, son simplemente varios troncos de bambú atados por los dos extremos y varias veces por la parte central. Vi un máximo de 4 pasajeros por balsa más el balsero, en un principio van todos los pasajeros sentados. ¡Así que lo primero que se te moja es el culo y los pies! El muchacho que conducía la balsa nos dijo que llevaba poco en ese trabajo y que era divertido, pero en un inicio a nosotros nos pareció bastante tranquilo. El río transcurre calmo el primer tramo, y puedes ver árboles muy frondosos a ambos lados, también se oyen muchos pájaros, vimos una culebrilla dentro del agua sacando la cabeza y una gran serpiente en lo alto de un árbol muerto a la orilla del río.
Río abajo la cosa se pone más interesante, hay unos pequeños rápidos que te hacen saltar un poco y te mojan cada vez más. Nuestro balsero acercaba de vez en cuando la balsa a otras y estallaba la pértiga contra el agua para mojarlos. La cosa acabó inevitablemente en batallas de unas balsas contra otras y mojando a nuestro propio balsero. Casi al final del trayecto hay una zona donde ves a la gente local sentada junto al río, chicos tocando la guitarra (imagen muy curiosa) y haciendo picnic. Al cabo de un rato, los que os atreváis podéis poneros de pie para hacerlo algo más emocionante, pero para mi el agua estaba demasiado fría ese día. La que sí se atrevió fue mi hermana Amalia, que es toda una valiente,
No tengo fotos propias evidentemente, mi cámara se quedó sequita y a salvo en la mochila. Algunas hay por internet para que os hagáis una idea.



Al final de la tarde la furgoneta nos dejó de nuevo en el hostal y aprovechamos para descansar y ducharnos. Una horita más o menos, porque no podíamos perdernos el mercado nocturno de la ciudad. Mucha gente nos lo recomendó. Dimos mil y una vueltas compricheamos algunas cosas y pasamos un poquito de frío. Al final acabamos buscando un sitio donde cenar: opción nº 1 un McDonals: descartado, opción nº 2 un restaurante con comida internacional incluida tortilla de patatas: descartado y por último un lugar en una calle perpendicular lleno de mensajes escritos por los viajeros en las paredes: este fue el elegido. Fue una comida deliciosa. 

  

1 comentario: