sábado, 27 de abril de 2013

ERAWAN FALLS, LOS 7 PASOS DE UN PARAISO

De vuelta a la zona centro del país, cogimos un autocar de línea hacia Kanchanaburi, desde donde queríamos visitar varias cosas, entre ellas las famosas Erawan Falls, que nos había recomendado un amigo de Amalia. Ir a visitarlas fue todo un acierto, pero también toda una aventura.
Llegamos a Kanchanaburi a media mañana y queríamos coger el siguiente bus a Erawan, pero resulta que los horarios son orientativos, que salen ya si eso... Resulta que, no sabemos como, el nuestro no salía hasta las 16.30 o algo así. Aprovechamos para dar una vuelta por la ciudad y comprar comida en un puesto ambulante que vendía a los chavales que salían de un instituto. Mirar que manera más rica de cortar y freír una patata. ¿Por qué iban a comprarlas de bolsa si las tienen así? (Por cierto en Mallorca a las patatas chips, de bolsa, etc. les llamamos patatillas).

 


El asunto es que ese original y algo cochambroso bus se paró en cada uno de los cruces desde Kanchanaburi hasta Erawan. En medio de la nada aparecían padres que recogían a las muchachas que volvían del instituto. Para no perder tiempo, la gente se bajaba casi en marcha y al subirse no le pagaban al conductor, sino que se sentaban y pasaban el dinero al pasajero más cercano hasta que le llegaba al conductor y el cambio el mismo camino de vuelta al pasajero. Si eso lo hiciéramos en España... 
Llegamos pasadas las 18.00 y ya estaba realmente oscuro. En el Parque Nacional de Erawan no hay muchas alternativas de alojamiento y la población más cercana está lejos, y el bus que cogimos era el último. Así que rezamos a quien quisiera escucharnos para no tener que dormir en el suelo en medio de la selva. Por suerte, y milagro, solamente quedaba una caseta con 3 habitaciones, que compartimos con esta pareja belga. Consultad aquí las diferentes acomodaciones del parque.


La casita era bien chula y muy básica, con el agua caliente que se puede conseguir en estos hostales, poca. Por cierto, en todos los baños de Tailandia encontraréis estas grandes cubas llenas de agua que son multiusos en caso de que no haya o no quede agua corriente.


Hay que ver que maravilla de lugar perdido en la naturaleza, fuimos de la caseta de recepción de visitantes derechos a la habitación, con los ruidos maravillosos de la naturaleza... Cuando de repente: ¡la cosa se jodió! Música de discoteca a todo volumen y juerga hasta que apuntó el día. La sustituyeron directamente por los cantos de los monjes a las 8 am. Esta fue la única queja, pero bien seria, sobre el lugar. En mi opinión un parque nacional no debería hacer un ruido tal como para espartar a cualquier bicho viviente. Casi no pegamos ojo, y tened en cuenta que yo duermo en cualquier lugar y circunstancia. Indignante es poco. Aseguraos que no es día de fiesta escoger este alojamiento.

Si lo miramos por el otro lado, las ventajas de haber dormido allí es que empezamos el día tan temprano (a las 9.00 estábamos ya desayunados y en marcha) que vimos las primeras cascadas libres de turistas pesados (tan pesados como nosotros). Por la comida no os preocupéis, hay un "restaurante" de comida local a la entrada del parque (muy rico el pollo con anacardos) y un par de chiringitos junto a éste donde comprarte un helado o algo para recuperar las energías.

Las cascadas son una maravilla, a cada cual mejor. A las dos primeras se llega con mucha facilidad y se hace un poco más difícil según avanzas y subes por la montaña. Así que es para todos los públicos, sigues hasta donde puedas y vuelves. Nosotros, por supuesto estuvimos en las 7, y nadamos en varias de ellas.
Primera cascada: Hlai Keung Lung
Primer chapuzón en la segunda cascada


Entre la cascada 2 y la 3 hay un puesto donde debes dejar cualquier comida que lleves contigo por motivos medioambientales y para que no te coman los monos a ti. No os preocupéis dejadlo todo y recogedlo a la vuelta. Los monos que nos encontramos por el camino son muy chulos, divertidos y fotografiables, pero como saques una sola miga de comida la llevas clara. Vimos un macho realmente muy agresivo robando patatillas y haciendo llorar a más de uno. Cuando Roberto abrió una de las bolsas que llevábamos, este macho grande y fiero se acercó enseñando los colmillos, la foto es del momento en que yo inocente hacía fotos mientras Roberto reaccionaba y se ponía de pie para aparentar mayor tamaño y hacer que se alejara alejara. ¡Buf!

 
Mirad la cara del mono justo por encima del codo de Rober.
Algo curioso de ver en Tailandia son unos grandes árboles a los que atan telas alrededor. Oímos decir que representan espíritu femeninos y la gente le hace estas ofrendas.
 

Todas las cascadas son notables, cada una con su algo especial. En la 3ª o en la 4ª, no me acuerdo, te puedes tirar desde las rocas como si fuera un tobogán. Es bastante divertido, aunque claro está es la más concurrida. Las piedras ya están gastadas de tanto culo.


En la última, la más alta en la montaña, la naturaleza que la rodea es incomparable. Había poca gente, pececillos que te muerden los pies y grandes árboles caídos a los que subirse. Allí nos quedamos un buen rato, descansamos, nadamos e hicimos un poco el indio. Incluso, muy a pesar de Amalia, hubo momento romántico.

¡Tírate! Que el agua está buena

Haciendo equilibrios
Al volver hay baños, cuya limpieza deja mucho que desear, donde ponerse ropa seca para poder coger el último bus de vuelta a las 16.00. En este caso el bus estaba a reventar y algunos acabaron sentados sobre la rueda de repuesto, en el pasillo, etc. ¡Yo empecé sobre la rueda de repuesto y cuando hubo asiento junto a un lugareño que llevaba consigo una caja de cartón llena de pollitos! Una jornada inolvidable.
Por cierto, las toallas a secar en la ventanilla son las nuestras.


lunes, 22 de abril de 2013

CHIANG MAI, TEMPLOS Y ELEFANTES BLANCOS

WAT PHRA THART DOI SUTHEP

Siguiendo con el último post sobre Chiang Mai, al día siguiente decidimos visitar uno de los templos más importantes del norte de Tailandia, el Wat Phra Thart Doi Suthep, que se puede ver en la cima del monte del mismo nombre. Este lugar ha sido considerado sagrado desde hace miles de años y desde el S. XVI alberga este templo budista.
Una de las cosas que más llaman la atención son las larguísimas escaleras que te llevan al templo desde el aparcamiento. El año pasado no estaba yo suficientemente en forma como para subir sus 290 escalones, así que cogimos un teleférico. De todas maneras no hay que perderse esta escalera de serpiente, así que siempre podéis bajarlas como hicimos nosotros. ¡Así cualquiera!
 


El templo en lo alto es precioso, de un estilo notablemente diferente a los que visitamos en Bangkok, y, por lo he leído, llamado estilo Lanna. Al bajar del teleférico llegaréis a una gran terraza repleta de repleta de campanas, estatuas, bancos y jardines, pero sobre todo llena de turistas. 






Desde este punto las vistas de Chiang Mai y del valle en el que está situado son magníficas, el día que fuimos nosotros había un poco de niebla pero no la suficiente como para estropearnos el panorama.

Una vez visitada la terraza es el momento de acceder al templo de asombrosa la belleza y elegancia. En la parte central encontramos un gran chedi dorado junto a esta bellísima sombrilla. Veréis a los fieles rodear el chedi ceremoniosamente y con veneración. Hay mil y un detalles, incluso eran bonitas las baldosas del suelo.


 







En un momento dado, entré en una de las salas del templo, donde varias familias estaban arrodilladas frente a una estatua de buda y una de ellas ofrecía una túnica nueva a un monje que hablaba con ellos.

LA LEYENDA DE LA FUNDACIÓN DEL TEMPLO
Lo más curioso, aunque no lo más bonito, es una estatua dedicada al elefante blanco que dio lugar a la fundación de este templo.

Cuenta la leyenda, que a mitad del S. XIV, un monje llamado Sumanathera tuvo una visión en un sueño que le empujó a ir Pang Cha a buscar una reliquia de Buda. Al llegar a Pang Cha, encontró un hueso del hombro de Buda que tenía poderes milagrosos: brillaba, se hacía transparente, se movía solo, etc.
El monje decidió llevarle la reliquia al rey de Sukhothai, que le recibió con gran pompa. Pero ante el rey la reliquia no demostró tener ningún poder y éste no quiso quedársela. Entonces el rey de Lanna que había oído sobre ellos, le pidió al monje que se la ofreciera a él. Al llegar a la ciudad de Lamphun la reliquia se partió en dos partes, de las cuales la más pequeña se custodia aún hoy en día en el templo de Suandok. Lo más curioso es lo que le pasó a la parte más grande: el rey la colocó sobre la grupa de un elefante blanco sagrado y lo liberó en la jungla. El elefante subió a la cima del monte Soi Aoy Chang (Montaña de Elefante de Azúcar) y barritó con fuerza tres veces antes de exhalar su último aliento. El rey mandó entonces construir una pagoda dorada para alojar la reliquia de Buda. El templo Wat Phra Thart Doi Suthep se levanta alrededor de esa pagoda.


TAILANDIA Y LOS ELEFANTES


El elefante es uno de los animales más bellos del planeta, de los más grandes y de forma más curiosa. Entre los elefantes se distinguen dos grandes grupos, los africanos y los asiáticos. El elefante africano es considerablemente más grande que el asiático, mide un metro y medio más de alto y uno más de largo. El asiático tiene las orejas más pequeñas y redondeadas, sus hembras carecen normalmente de colmillos y tienen la cola más larga en proporción.
Elefante africano, foto: wikipedia
Elefante asiático, foto: wikipedia
 En Tailandia existe un vínculo muy fuerte con los elefantes, tienen una importancia incluso hoy en día en ciudades tan modernas como Bangkok. El elefante es en su cultura símbolo de fuerza, sabiduría y protección. El elefante es el símbolo de la realeza tailandesa y era la figura principal de la antigua bandera del país.


¿De donde viene tal veneración por este paquidermo? Resulta que de sus convicciones religiosas más profundas. Cuenta la historia que una princesa llamada Maya soñó que un elefante blanco entraba dentro de ella. Los sabios del lugar interpretaron este sueño vaticinando que Maya daría luz al redentor de la humanidad. La princesa Maya fue la madre de Buda.
Por supuesto, los elefantes también son apreciados por motivos algo más prácticos, durante la historia han sido utilizados como medio de transporte, animal de tiro y como arma bélica.

EL ELEFANTE BLANCO EN TAILANDIA

Especial mención y tratamiento tienen los elefantes blancos o albinos, que en realidad son marrones-rojizos, rosas cuando se mojan y tienen las pestañas rubias. En la antigua Siam todos los elefantes blancos eran sagrados y en la actualidad siguen siendo símbolo del poder real. Todos los que se descubren se regalan al monarca (aunque no los capturan). El rey actual tiene 10, una cifra récord.

elefante blanco

La expresión "elefante blanco" en español y sus equivalentes en inglés y francés, se atribuye a posesiones que tienen un costo de manutención mayor que los beneficios que aportan, o aquellas que proporcionan beneficios a otros, pero únicamente causan problemas a su propietario. ¿De donde proviene? El dicho hace referencia a la costumbre que tenían los monarcas tailandeses que cuando no estaban muy a buenas con uno de sus súbditos, le regalaban un elefante de este color. Aunque parezca que no tenga sentido, la comida y cuidados especiales que precisaban estos animales sagrados acababan por arruinar al desdichado hombre, que para más inri debía permitir el acceso a todos aquellos que quisieran visitar al animal para venerarlo.

jueves, 18 de abril de 2013

CHIANG MAI. Elefantes, selvas y balsas de bambú

Como ya he dicho en el post anterior, nuestro viaje por Tailandia siguió dirección norte, hacia Chiang Mai, o la Rosa del Norte. Chiang Mai significa literalmente "Nueva Ciudad", a pesar de tener algo más de 700 años. Allí encontramos una naturaleza exuberante y practicamos nuestras primeras actividades al aire libre después de unos días dedicados a las ciudades y a la cultura.  Chiang Mai se encuentra bien al norte del país, así que es recomendable que llevéis una chaqueta finita para cuando refresque por la noche, que de día no os hará nada de falta.

Muchos consideran Chiang Mai como el campamento base para sus excursiones por la selva o para visitar las tribus de las montañas del norte. Como veréis más adelante, es una ciudad con puntos culturales a visitar y está de moda apuntarse a clase de cocina o de masaje tailandés.

De las experiencias vividas unas fueron fantásticas y otras menos, como en cualquier viaje. Llegamos muy temprano, después de haber pasado una noche congelados en el tren. Pero yo tengo la suerte de dormir como un tronco en cualquier lugar, así que íbamos dispuestos a no perder ni un momento del día. En la misma estación de tren hay un puesto de información donde nos ofrecieron varias alternativas de alojamiento, y sin comernos mucho la cabeza elegimos una para ir a dejar los trastos.

Resulta que ni tiempo a ducharnos tuvimos, en recepción nos dijeron que si queríamos aprovechar en 40 minutos nos podían venir a recoger para hacer una excursión de esas que haces un poco de todo. ¡Dicho y hecho! La excursión consistía en varias actividades: montar en elefante, caminata por la selva, comida y bambú rafting.

PASEO EN ELEFANTE EN CHIANG MAI

Subirse a un elefante es una de esas cosas que siempre había querido hacer en la vida. ¿Fue tan bueno como me esperaba? No. Son unos animales fantásticos, grandes, poderosos y curiosamente con aspecto sabio; pero esa granja no dejaba de ser un reclamo turístico en el que hay varios grupos de turistas al día, a los que simplemente les dan un paseo en elefante durante un rato y listo.
Después supe que Tailandia hay otro tipo de granjas, donde primero te explican cosas sobre ellos, te dejan tocarlos, los ves bañarse, incluso en alguna de ellos los ves pintar! Así que elegid bien. En nuestro caso después de una explicación básica de 5 minutos, nos subimos en parejas encima de los elefantes e hicimos una vuelta por la jungla de más o menos una hora.
Sólo llevaba "conductor" el primer elefante de la fila, el resto iban atados unos a otros por cuerdas. Aprovechan para venderte un manojo de plátanos ya que se ve que es una de las frutas favoritas del elefante. Es muy gracioso ver como levantan la trompa para pedírtelos mientras estás sentado sobre ellos. ¡Si tardas en dárselos te sopla con fuerza! Y como somos un poco malos dejamos que lo hiciera varias veces para divertirnos.
Si bien es algo triste verlos atados y repitiendo las mismas vueltas como en tíovivo, el paseo por la jungla es bien bonito, ves árboles y plantas desde otro punto de vista.







CAMINATA POR LA SELVA Y CAMPOS DE ARROZ

Después de nuestro paseo en elefante, seguimos nuestra excursión junto a unas 5 personas más en camioneta para hacer una caminata ligera por los maravillosos paisajes del país. Es una de las cosas que más me gustó del día, hacer algo de ejercicio y estar en contacto con la naturaleza. El recorrido es sencillo, fácil de seguir y con un guía que fue la mar de atento. Nos señaló las plantas y animales más interesantes, nos explicó muchos datos sobre el cultivo del arroz y en general nos lo hizo pasar bien.



La excursión pasó junto a un pequeño pueblo en el que se mezclaban las construcciones tradicionales con algunas más modernas.

La caminata sigue por senderos nada difíciles, pasamos por encima de varios ríos por puentes de bambú algo inestables y divertidos. Si tenéis algo de vértigo... ¡Pues espabiláis!


Y hacia el final de la excursión, llegamos a una preciosa cascada que llevaba bastante agua. Todos los del grupo aprovecharon para descansar, pero nosotros pensamos que se descansa en casa, así que: ¡Al agua! Estaba fría de... narices y era algo difícil volver a subir a las rocas, pero valió mucho la pena. Si no sois tan atrevidos, creo que cerca había un sitio para tomar el sol y unas cabañas de bambú para los que se quedan a pasar la noche en la selva.



Después de esta mañana tan intensa hubo una parada en la carretera para comer comida local, que no estaba nada mal. El menú ya estaba acordado y lo bueno de eso, siempre hay algo positivo, es que acabas probando platos que nunca que habrías pedido. La cocina tailandesa es maravillosa, excepto porque le ponen cilantro a todo (odio con toda mi alma el cilantro) : b Por si os hace falta, cilantro se dice "coriander" en inglés.
Algunos se echaron una siesta así de a gusto.



BAMBÚ RAFTING CERCA DE CHIANG MAI

Como última actividad de la tarde hicimos algo realmente divertido, "bambú rafting". En un principio puede parecer una chorrada pero si vas con el humor adecuado y no te da miedo el agua es estupendo. Haced caso al guía de no llevar nada que no queráis que se moje, la cámara de fotos ni de broma, ni cartera, ni nada. Dejadlo todo en la camioneta. Lo mejor es ir en bañador o bikini y unos pantalones cortos, porque os aseguro que os vais a mojar.
Las balsas de bambú son muy sencillas, son simplemente varios troncos de bambú atados por los dos extremos y varias veces por la parte central. Vi un máximo de 4 pasajeros por balsa más el balsero, en un principio van todos los pasajeros sentados. ¡Así que lo primero que se te moja es el culo y los pies! El muchacho que conducía la balsa nos dijo que llevaba poco en ese trabajo y que era divertido, pero en un inicio a nosotros nos pareció bastante tranquilo. El río transcurre calmo el primer tramo, y puedes ver árboles muy frondosos a ambos lados, también se oyen muchos pájaros, vimos una culebrilla dentro del agua sacando la cabeza y una gran serpiente en lo alto de un árbol muerto a la orilla del río.
Río abajo la cosa se pone más interesante, hay unos pequeños rápidos que te hacen saltar un poco y te mojan cada vez más. Nuestro balsero acercaba de vez en cuando la balsa a otras y estallaba la pértiga contra el agua para mojarlos. La cosa acabó inevitablemente en batallas de unas balsas contra otras y mojando a nuestro propio balsero. Casi al final del trayecto hay una zona donde ves a la gente local sentada junto al río, chicos tocando la guitarra (imagen muy curiosa) y haciendo picnic. Al cabo de un rato, los que os atreváis podéis poneros de pie para hacerlo algo más emocionante, pero para mi el agua estaba demasiado fría ese día. La que sí se atrevió fue mi hermana Amalia, que es toda una valiente,
No tengo fotos propias evidentemente, mi cámara se quedó sequita y a salvo en la mochila. Algunas hay por internet para que os hagáis una idea.



Al final de la tarde la furgoneta nos dejó de nuevo en el hostal y aprovechamos para descansar y ducharnos. Una horita más o menos, porque no podíamos perdernos el mercado nocturno de la ciudad. Mucha gente nos lo recomendó. Dimos mil y una vueltas compricheamos algunas cosas y pasamos un poquito de frío. Al final acabamos buscando un sitio donde cenar: opción nº 1 un McDonals: descartado, opción nº 2 un restaurante con comida internacional incluida tortilla de patatas: descartado y por último un lugar en una calle perpendicular lleno de mensajes escritos por los viajeros en las paredes: este fue el elegido. Fue una comida deliciosa.