Llegamos a Wanaka al final de la tarde. La carretera principal que nos llevaba desde la zona de los Glaciares hasta la población de Wanaka pasa entre dos grandes y magníficos lagos: el Wanaka y el Hawea.
Tras muchos kilómetros de carretera vimos un pequeño y fantástico hotel a orillas del lago Hawea, a pocos metros del agua, el Lake Hawea hotel. Como nuestro viaje era largo y debíamos vigilar nuestros dólares en un país poco barato, en lugar de alojarnos en el hotel lo hicimos en el Lodge, o en unas habitaciones enanas con literas y sin baño propio. Lo mejor de estos lugares es tener cocina propia para desayunar y tomarse un café con estas vistas.
CINEMA PARADISO DE WANAKA
Seguidamente cogimos el coche para acercarnos a la población de Wanaka para hacer una actividad sorpresa preparada por Isa para ver un lugar especial y mejorar todos nuestro inglés. Fuimos a un pequeño cine con encanto llamado Cinema Paradiso. Sólo tienen una sala así que no había muchas psoibilidades para elegir la película, así que fue fantástico encontrarnos con una de las mejores del 2013: Django, desencadenado de Tarantino.
Se trata de un cine decorado tipo vintage, con una gran atmósfera. Olvidaos de los grandes multicines de diecitantas salas, de las hileras de butacas incómodas y duras, de lugares que te revisan si entras comida de fuera, etc. Esta sala es lo que debería ser una buena sesión de cine:
- Una buena peli (en nuestro caso vims Django)
- Buena compañía (6 buenos amigos con los que cotorrear después y poder preguntarles si no te has enterado de lo que ha dicho ese tipo con un acento tan sureño de EEUU que no te enteras de nada).
- Buenos asientos (cómodos sofás, butacas, puffs e incluso un "coche").
- Buena comida. ¡Noooooo! ¡Eso no! ¡En ese lugar comí la comida más asquerosa probada jamás, dejé todo el plato después de dos bocados. ¡Que asco de musaka! ¡Igual de mala estaba la lasaña de mi compi de asiento! ¡Qué asco por Dios! Quitado de la pésima calidad de la comida, molaba que todo el mundo tuviera la oportunidad de comprar algo más que palomitas.
Las películas se proyectan con un intermedio, que puede resultar algo raro unas cuantas décadas después de que se dejaran de hacer en España. Puedes pedirte la comida para consumirla durante la peli, para que te la tengan preparada en el intermedio o al acabar la película. Nuestra bazofia fue servida tan tarde que tuvimos que meterla dentro de la sala para comerla.
Si alguna vez pasáis por Wanaka, ir a ver una peli allí, no lo olvidíes. Como la comida no era digna ni de un perro, os recomiendo comprar un aperitivo o galletas recién hechas (oí hablar maravillas de ellas a los de detrás).
LAGOS WANAKA Y HAWEA
A la mañana siguiente, decidimos dar un paseo junto a uno de los lagos. Los habíamos visto bien en nuestra llegada por carretera, pero de buena mañana a uno le apetece hacer un poco el tonto cerca de uno de los tropocientos mil lagos que tiene este país con tanta agua dulce.
Esta región de profundos lagos fue excavada por la acción de los galciares hace unos 10.000 años. Estos dos lagos, alargados y uno junto a otro. En estos lagos alimentan diferentes ríos como el Clutha o el Hawea. El paisaje es una maravilla, las playas de pequeñas piedritas ideales para jugar como tontos durante un buen rato, a hacerlas botar.
La siguiente para en Wanaka fue este lugar surrealista en medio de la nada para hacer jugar a los sentidos, a la vista y el cerebro. Se ve que el recinto tiene unos 40 años y un precio considerable de 17.50 NZ $.
Esta atracción fue concebida por Stuart y Jan Landsborough, que compraron este terreno en las afueras de la ciudad de Wanaka y construyeron, para empezar, un laberinto de madera de un solo nivel para los primeros turistas nacionales que se acercaban a la zona. Poco después añadieron una pequeña sala para que los visitantes pudieran esperar a que sus amigos acabaran el laberinto y pusieron un par de puzles y juegos en la única mesa que había y se dieron cuenta que a la gente les encantaba.
En 1983 sucedió la gran expansión, añadieron una tienda de regalos y puentes sobre el laberinto inicial, ganando el "New Zealand Tourism Enterprise Award". Desde entonces mejoran continuamente el recinto y Stuart fue contratado para crear unos 20 laberintos de este estilo en Japón, en los que cabían comodamente 1.500 personas al mismo tiempo, convirtiéndolo en un gran negocio.
Al volver a casa aumentó y mejoró el negocio, creó la sala de hologramas, la casa desnivelada y demás atracciones pensadas para todas las edades y nacionalidades, creando un parque de laberintos excéntrico.
Nosotros lo probamos todo: el gran laberinto de madera y puentes, donde debes llegar a las 4 torres de diferentes colores en cada una de las esquinas y lo más difícil: salir del laberinto.
Lo siguiente fue la sala de los hologramas, las caras cóncavas/convexas, la habitación de ilusión óptica y la casa desnivelada.
No os olvidéis de ir al baño, a parte de los habituales de hombre y mujer, hay uno estilo romano con este efecto visual tan chulo!
Mientras unos hacíamos el indio por las diferentes salas, otros se partían la cabeza con puzles y espejos en la sala de espera/cafetería.
Al salir aprovechamos que ya no chispeaba para hacernos una foto es su famosa torre inclinada.
Esta región de profundos lagos fue excavada por la acción de los galciares hace unos 10.000 años. Estos dos lagos, alargados y uno junto a otro. En estos lagos alimentan diferentes ríos como el Clutha o el Hawea. El paisaje es una maravilla, las playas de pequeñas piedritas ideales para jugar como tontos durante un buen rato, a hacerlas botar.
STUART LANDSBOROUGH PUZZLING WORLD
http://www.puzzlingworld.co.nzLa siguiente para en Wanaka fue este lugar surrealista en medio de la nada para hacer jugar a los sentidos, a la vista y el cerebro. Se ve que el recinto tiene unos 40 años y un precio considerable de 17.50 NZ $.
Esta atracción fue concebida por Stuart y Jan Landsborough, que compraron este terreno en las afueras de la ciudad de Wanaka y construyeron, para empezar, un laberinto de madera de un solo nivel para los primeros turistas nacionales que se acercaban a la zona. Poco después añadieron una pequeña sala para que los visitantes pudieran esperar a que sus amigos acabaran el laberinto y pusieron un par de puzles y juegos en la única mesa que había y se dieron cuenta que a la gente les encantaba.
En 1983 sucedió la gran expansión, añadieron una tienda de regalos y puentes sobre el laberinto inicial, ganando el "New Zealand Tourism Enterprise Award". Desde entonces mejoran continuamente el recinto y Stuart fue contratado para crear unos 20 laberintos de este estilo en Japón, en los que cabían comodamente 1.500 personas al mismo tiempo, convirtiéndolo en un gran negocio.
Al volver a casa aumentó y mejoró el negocio, creó la sala de hologramas, la casa desnivelada y demás atracciones pensadas para todas las edades y nacionalidades, creando un parque de laberintos excéntrico.
Nosotros lo probamos todo: el gran laberinto de madera y puentes, donde debes llegar a las 4 torres de diferentes colores en cada una de las esquinas y lo más difícil: salir del laberinto.
Lo siguiente fue la sala de los hologramas, las caras cóncavas/convexas, la habitación de ilusión óptica y la casa desnivelada.
No os olvidéis de ir al baño, a parte de los habituales de hombre y mujer, hay uno estilo romano con este efecto visual tan chulo!
Mientras unos hacíamos el indio por las diferentes salas, otros se partían la cabeza con puzles y espejos en la sala de espera/cafetería.
Al salir aprovechamos que ya no chispeaba para hacernos una foto es su famosa torre inclinada.
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