lunes, 20 de enero de 2014

MILFORD SOUND

A esta excursión le dedicamos el día completo y tuvo sus pros y sus contras. El precio es uno de sus contras y las horas de autobús en relación al tiempo que pasamos en el fiordo es otro. Supongo que si volviera de nuevo a Milford Sound, decidiría pasar la noche allí y poder hacer más actividades porque sin duda es una gran maravilla de Nueva Zelanda y del mundo entero.

Milford Sound o Piopiotahi (en maorí) es un gran fiordo de los varios que forman del Parque Nacional Fiorland, es también Patrimonio de la Humanidad. Tiene unos 16 kilómetros de largo desde la cabeza del fiordo hasta mar abierto y en algunos lugares alcanza los 400 metros de profundidad.
Es uno de los lugares más visitados por los turistas, recibe entre 500.000 y 1.000.000 de visitantes al año, así que no olvidéis reservar con un par de días de antelación y sed conscientes que habrá un montón de autobuses y barcos más a parte del vuestro. A veces, parece que compiten por a ver quien llega antes a tal lugar para poder disfrutar tal vista durante unos minutos sin más gente alrededor.

EL ORÍGEN DEL NOMBRE DE MILFORD SOUND

En realidad no es exactamente un "sound" sino un fiordo. En inglés "sound" significa ría o valle de un río que ha sido inundado por el agua del mar; pero Milford es un fiordo, un valle creado por un glaciar inundado por el mar. Los valles de río tienen forma de V y los de glaciar de U.

La leyenda maorí:
Se cree que los maoríes descubrieron Milford Sound hace mucho, mucho tiempo y organizaban viajes anuales para extraer pounamu o jade verde. Para llegar cruzaban los pasos por los que hoy en día transcurre el Milford Track como el paso McKinnon. 

El nombre del fiordo en lengua maorí es Piopiotahi, en honor a un pájaro ya extinto: el piopio.
Piopiotahi hace referencia a la leyenda ancestral de cuando Maui intentó conseguir la inmortalidad para la humanidad. Cuando Maui murió en el intento, se dice que un piopio voló sobre este lugar en señal de luto.

También se dice que el fiordo fue tallado por Tu-te-raki-whanoa, algo así como una deidad, que recibió el encargo de tallar la costa de los friodos. Cantando un poderoso rezo, talló a hachazos los escarpados acantilados con su hacha Te Hamo.

La llegada de los europeos.
En un inicio, los europeos pasaban de largo frente Milford Sound, porque debido a su entrada tan estrecha les parecía imposible que llegara a una bahía interior tan grande. Los capitanes temían además que si se acercaban demasiado a unas montañas tan escarpadas, los fuertes vientos podían impedirles salir del fiordo. Este fue el origen del nombre del Doubtful Sound, ya que Cook pensó que sería doubtful o dudoso que pudiera escapar si entraba en el.

En 1912, John Grono fue el primer europeo en explorar el lugar y le llamó así por Milford Haven, una ría de Gales.

Clima en Milford Sound

Una advertencia que oiréis en cualquier momento del año, incluso en pleno verano, es que el clima en la zona de fiordos es traicionero, son frecuentes las lluvias y vientos fuertes, es el lugar más húmedo de toda Nueva Zelanda y uno de los más húmedos de todo el mundo. Las intensas lluvias afectan al frondoso bosque húmedo que flanquea el fiordo y veréis en algunos lugares como ha habido avalanchas de tierra y árboles que han acabado en el mar.


Como llegar a Milford Sound:

EN BUS O COCHE: Si vais en autobús o en coche, desde Queenstown son casi 5 horas y 2 y pico desde Te Anau. Vaya, ¡una panzada de carretera! Como son tantas horas de carretera, los autobuses parten muy pronto por la mañana, así que los dormilones tendrán que ir a rastras hasta la parada.
Nosotros, en lugar de ir con nuestra furgoneta, contratamos una excursión en la oficina de Queenstown, en un autocar con techo acristalado, que valió mucho la pena a la hora de ver las grandes montañas, bosques y paisajes. En lugar de hacer todo el camino de golpe, se hace una parada en Te Anau, donde deja y recoge a más gente. Allí descansas un rato, desayunas y te das un paseo por el pueblecillo y su lago.


La carretera, llamada Milford Road, es en sí parte del encanto de la excursión. Se abrió en 1954, tras la apertura del túnel Homer que permitió el acceso rodado. Unos semáforos regulan muy estrictamente el paso por el túnel, así que será inevitable esperar un rato para cruzarlo. Salir del túnel es toda una experiencia y se percibe un gran cambio en el paisaje a ambos lados de la carretera que baja hasta el fiordo.

Hay además, para los que tengáis pasta suficiente, vuelos en avión pequeño o helicóptero.
Una opción, sólo apta para los montañeros experimentados, es llegar caminando por una larga travesía llamada Milford Track. Se trata de una ruta de 53.5 Km a realizar en 4 días.

DE CAMINO A MILFORD SOUND

De camino a Milford Sound, a parte de la parada larga en Te Anau, el autocar se va parando en lugares maravillosos. La primera fue en una gran pradera a los pies de estas bellas montañas. Imaginadlas verdes, ya que este verano fue uno de los más secos de la historia. Éramos como Heidi.


La siguientes fueron los Mirror Lakes, unos maravillosos lagos al pie de las montañas, tan limpios y tranquilos que parecen un espejo en el que se refleja el paisaje.

La siguiente fue The Chasm, es una formación rocosa muy rara formada por un riachuelo, que excava agujeros y gargantas a través de unas rocas grises. Es muy difícil de explicar, así que mejor mirad las fotos.




CRUCERO POR MILFORD SOUND

La excursión que contratamos nosotros es una de las opciones más elegidas entre los que visitan el fiordo. Las hay de varias duraciones, generalmente de una hora o dos. Desde Queenstown pagamos el conjunto de la excursión: transporte en autocar, crucero en barco a lo largo de todo el fiordo y comida de cajita de picnic. Si vais a hacerlo por vuestra cuenta id al centro de visitantes de Milford Sound, junto a embarcadero. Informaros allí de todo lo que necesitéis, si no vais arreados como borregos como hicimos nosotras.
Sólo llegar al puerto te llevan corriendo, sin pausa directos al embarcadero, te embuten en un barco donde puedes elegir si ir abajo cubierto y sentado en butacas o arriba al aire libre. Nosotros bien valientes pasamos la primera hora en la proa, con el viento en la cara. ¡Qué frío!

Del recorrido destacan dos preciosas cascadas, ambas al lado derecho si miras hacia el mar, llamadas Lady Bowen y Stirling Falls. La primera se encuentra junto al embarcadero y la segunda es una de las atracciones del crucero, ya que el barco pasa prácticamente por debajo de ella. El agua cae tan fina que parece que flota sobre el fiordo.




Uno de los puntos destacados del fiordo es Pico Mitre, llamado así por la forma que tiene parecida a una mitra (el sombrero que llevan los obispos) y que mide 1692 metros de altura, que nos perdimos a la llegada por las nubes que lo cubrían pero que pudimos disfrutar más tarde cuando nos salió el solecito.

Flora y fauna:
Una de las cosas que más molaron fueron dos manadas de leones marinos que descansaban sobre las rocas al sol.

Si tenéis algo más de tiempo del que tuvimos nosotras, os aconsejo ir a visitar el Observatorio Subacuático, como vimos que hicieron algunos de los que iban en nuestro crucero. En el camino de vuelta se ve una pequeña caseta sobre el agua y bajo ella, a unos 10 metros ha una gran sala acristalada desde la que ver la vida marina sin molestarla ni tenerse que mojar. La ventaja es que no se trata de un acuario artificial donde están encerrados los peces, sino que seréis vosotros los encerrados entre cristales.



La vida submarina de este fiordo es única en el mundo, no sólo por tratarse de una reserva marina, sino también por el extraño efecto que causa la gruesa capa de agua dulce sobre el agua marina. Esto se debe a la gran cantidad de lluvias registradas en la región, que cae a través de cascadas y riachuelos. Esto combinado con la forma tan estrecha del fiordo, crea un fenómeno conocido como deep water emergence, en el que la luz solar no puede penetrar a través del agua dulce creando un entorno parecido al de grandes profundidades marinas a sólo unos cuantos metros de la superficie. Además, el agua que ha ido drenando a través del suelo de los bosques recogiendo los taninos que alimentan la mayor población de coral negro del mundo. 

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