Llegamos a Queenstown desde Wanaka para pasar aquí unos pocos días. Es una población mediana llena de mochileros y viajeros, se considera el centro de deportes de aventura de la isla sur. Desde sus oficinas de turismo puede uno contratar excursiones y actividades de todo tipo: bungy jumping, sky diving, excursiones en jet, excursiones a los fiordos, rafting, trekking, etc.
La ciudad es bonita pero tal vez demasiado llena de turistas. Tiene mucha vida, restaurantes, hostales, etc. Nosotros nos alojamos en uno de los pocos que tenían hueco libre para 7 personas, en el XBase. Un gran error, un sitio abarrotado, sucio, lleno de adolescentes gritando en los pasillos toda la noche, empleados entrando en las habitaciones sin llamar, una cocina tan asquerosa que casi acabamos cenando en el parque. Evitad este hostal en la medida de lo posible.
La ciudad es bastante bonita y se sitúa a las orillas de un inmenso lago el Wakatipu. El paisaje es espectacular y algunas de las escenas de la Tierra Media del Señor de los Anillos se rodaron aquí. Esta zona de ríos vivió la fiebre del oro de Nueva Zelanda y reunió poblaciones pequeñas de mineros y prostitutas.
¿Qué hicimos nosotros?
Ni buscar oro ni prostituirnos, sino una gran variedad de cosas que vale la pena que hagáis vosotros también si algún día os acercáis por allí.
Después de llenar la panza nos fuimos a por algo que teníamos pendiente de todo el viaje:
Como es imposible ver a estos raros, regordetes, marrones y nocturnos animales, nos decidimos por ir a visitarlos en alguna reserva de las repartidas por el país. Ya hice un post sobre los tres tipos de kiwis que uno puede encontrarse en Nueva Zelanda, así que si no lo leisteis en su momento, ya es bien hora: http://palabrasviajerasmv.blogspot.com.es/2013/02/kiwi-al-cubo.html.
Como dije entonces, este pájaro es endémico de Nueva Zelanda y uno de sus símbolos nacionales. Es un ave del tamaño de una gallina, nocturna e incapaz de volar. Son cegatos perdidos pero tienen muy buen oído, tacto y sobretodo olfato.
Tienen un pico laaargo y fino para poder atrapar bichos, unas plumas marrones y forma de peluche gordito. A pesar de su mansa apariencia, nos dijeron que son bastante agresivos y persiguen a sus cuidadores.
Están en peligro de extinción por la desaparición de su hábitat y por la introducción de especies depredadores como armiños, perros o gatos. En estos centros, también llamados Kiwi House tienen un programa de concienciación, protección, cría y liberación.
Se trata de un pequeño parque donde hay dos cabañas que están completamente a oscuras con una sala acristalada en el interior rodeada por bancos. Al entrar no veréis nada, os acercaréis a los cristales y no veréis nada. Mejor esperad a la hora en la que les dan de comer, hay una luz extraña y tenue para que se puedan ver y que a ellos no les molesta. Un monitor del parque te va contando cosas sobre ellos y contesta a las preguntas que tenga la marabunta de turistas.
La cosa es estar en silencio, no sacar la cámara (no está permitido el flash) y pegarse al cristal para verlos a pocos centímetros de ti. Pos supuesto no sacamos ninguna foto.
Son todo una monada, monógamos y con la misma pareja para el resto de su vida.
Lo malo del centro, el precio: 42 NZ$. Me parece una barbaridad, pero supongo que de alguna manera han de costear la recuperación de este animal. En el parque además hay más jaulas con loros, pájaros, lagartos, patos... Algunos de ellos también autóctonos y muy bonitos.
Para acabar el día buscamos un lugar cerca del lago, entre los miles de garitos para disfrutar de unas cervezas.
El día siguiente vagueamos un poco en general. Fue el día de mi cumpleaños e hicimos un picnic en el parte al borde del lago, donde vagueamos, tomamos el sol y paseamos durante la mañana. Encontramos un sitio donde hacían unas pizzas buenísimas y otro donde un sushi más que correcto.
Mis amigas me regalaron esta placa para el coche, soy la primera del grupo en llegar a la treintena.
Por la tarde, después de haber hecho el vago toda la mañana cogimos el coche hacia el inicio de una ruta de treking que Isa y Andrew querían hacer en un futuro: el Routebun Track. Por el camino encontramos uno de los paisajes más bonitos que hemos visto jamás, con las aguas del lago totalmente lisas, las montañas nevadas al fondo. Un paisaje sobrecogedor y que se queda grabado en la mente para siempre.
Una vez llegamos al inicio de la ruta, apenas caminamos una horita para ver el bosque lleno de grandes árboles, musgo, rocas y helechos. También encontramos este puente colgante donde pudimos hacer un poco el indio.
Ni buscar oro ni prostituirnos, sino una gran variedad de cosas que vale la pena que hagáis vosotros también si algún día os acercáis por allí.
COMER EN EL FERGSBURGUER
Donde las hamburguesas son grandes y sabrosas. Siempre hay cola y muy pocas mesas, gritan los pedidos en un inglés incomprensible y te reparten la carta mientras estás en la cola. Para quitarse el estrés, uno debe ir a comerse su hamburguesa a un bonito lugar: el lago. Y de postre,...Después de llenar la panza nos fuimos a por algo que teníamos pendiente de todo el viaje:
KIWI BIRDLIFE PARK DE QUEENSTOWN
http://kiwibird.co.nzComo es imposible ver a estos raros, regordetes, marrones y nocturnos animales, nos decidimos por ir a visitarlos en alguna reserva de las repartidas por el país. Ya hice un post sobre los tres tipos de kiwis que uno puede encontrarse en Nueva Zelanda, así que si no lo leisteis en su momento, ya es bien hora: http://palabrasviajerasmv.blogspot.com.es/2013/02/kiwi-al-cubo.html.
Como dije entonces, este pájaro es endémico de Nueva Zelanda y uno de sus símbolos nacionales. Es un ave del tamaño de una gallina, nocturna e incapaz de volar. Son cegatos perdidos pero tienen muy buen oído, tacto y sobretodo olfato.
Tienen un pico laaargo y fino para poder atrapar bichos, unas plumas marrones y forma de peluche gordito. A pesar de su mansa apariencia, nos dijeron que son bastante agresivos y persiguen a sus cuidadores.
Están en peligro de extinción por la desaparición de su hábitat y por la introducción de especies depredadores como armiños, perros o gatos. En estos centros, también llamados Kiwi House tienen un programa de concienciación, protección, cría y liberación.
Se trata de un pequeño parque donde hay dos cabañas que están completamente a oscuras con una sala acristalada en el interior rodeada por bancos. Al entrar no veréis nada, os acercaréis a los cristales y no veréis nada. Mejor esperad a la hora en la que les dan de comer, hay una luz extraña y tenue para que se puedan ver y que a ellos no les molesta. Un monitor del parque te va contando cosas sobre ellos y contesta a las preguntas que tenga la marabunta de turistas.
La cosa es estar en silencio, no sacar la cámara (no está permitido el flash) y pegarse al cristal para verlos a pocos centímetros de ti. Pos supuesto no sacamos ninguna foto.
Son todo una monada, monógamos y con la misma pareja para el resto de su vida.
Lo malo del centro, el precio: 42 NZ$. Me parece una barbaridad, pero supongo que de alguna manera han de costear la recuperación de este animal. En el parque además hay más jaulas con loros, pájaros, lagartos, patos... Algunos de ellos también autóctonos y muy bonitos.
SKYLINE GONDOLA de QUEENSTOWN
Uno puede comprarse la entrada conjunta con el Kiwi House+Gondola. Es algo parecido a lo que hicimos en Rotorua, se trata de un teleférico (como los de las estaciones de esquí) que te sube a lo alto de una montaña para ver las espectaculares vistas de la ciudad y el lago. Una vez arriba hay más cosas que hacer, como comprar algunos recuerdos para llevar a casa, comer en el restaurante, hacerse fotos, bajar por las pistas para bicicletas de montaña o bajar con un cochecito o luge a toda velocidad.Para acabar el día buscamos un lugar cerca del lago, entre los miles de garitos para disfrutar de unas cervezas.
El día siguiente vagueamos un poco en general. Fue el día de mi cumpleaños e hicimos un picnic en el parte al borde del lago, donde vagueamos, tomamos el sol y paseamos durante la mañana. Encontramos un sitio donde hacían unas pizzas buenísimas y otro donde un sushi más que correcto.
Mis amigas me regalaron esta placa para el coche, soy la primera del grupo en llegar a la treintena.
Por la tarde, después de haber hecho el vago toda la mañana cogimos el coche hacia el inicio de una ruta de treking que Isa y Andrew querían hacer en un futuro: el Routebun Track. Por el camino encontramos uno de los paisajes más bonitos que hemos visto jamás, con las aguas del lago totalmente lisas, las montañas nevadas al fondo. Un paisaje sobrecogedor y que se queda grabado en la mente para siempre.
Una vez llegamos al inicio de la ruta, apenas caminamos una horita para ver el bosque lleno de grandes árboles, musgo, rocas y helechos. También encontramos este puente colgante donde pudimos hacer un poco el indio.
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