lunes, 3 de marzo de 2014

UN DÍA EN PUENTE VIESGO

Durante mi estancia en Cantabria decidí pasarme un día en este pequeño pueblo de los valles Pasiegos.
Llegué en un corto viaje en autobús desde Santander por un poco más de dos euros. Hay varios de ellos al día tanto entre semana como en fin de semana. Nada más llegar quedé encantada con el bello paisaje del pueblo, con sus farolas rojas, con el río Pas cruzándolo a lo largo y dándole vida. Las calles son preciosas, las casas grandes, unifamiliares, muchas de ellas hechas de piedra y en estilo tradicional aunque modernas. 
Justo frente de la parada del bus se encuentra el Gran hotel-balneario de Puente Viesgo que da fama al pueblo. Ya desde 1766 se encuentran referencias de casas de baño entorno a los manantiales de aguas termales que se encontraban en las fincas de la familia Corcho. En 1898 se construye un primer Balneario o Casa de Baños que tiene su auge a inicios del S. XX y a él acuden personas ilustres y artistas de la época como el Marqués de Comillas, Benito Pérez Galdós o Menéndez Pelayo. Tras este periodo dorado, el balneario prácticamente se abandona hasta que a finales del S. XX el hostelero Manuel Pérez Mazo compra el terreno y hace una remodelación integral del lugar, modernizándolo y dotándolo de todos los lujos de los spas de hoy en día. El establecimiento recuperó su fama en 1994 cuando la selección española de fútbol se concentró en este lugar antes del Mundial de Estados Unidos y desde entonces no es nada raro ver las selecciones de diferentes deportes allí concentradas: fútbol, fútbol-sala, balonmano, baloncesto...
Se trata de un hotel de cuatro estrellas y 101 habitaciones y el balneario o "templo del agua" tiene de todo y se dice que el restaurante, nada barato, es de lo mejor.


Tras pasear por la calle, entre los dos edificios que forman el Hotel Balneario, llegué a visitar la pequeña iglesia del pueblo. Es de estilo neorrománico, por lo que es muy bella y sus esculturas son muy nuevas, pero le falta, como lo diría yo... "autenticidad". Aunque imite es estilo de las iglesias románicas del norte de España, se nota a la legua que no es medieval, ya que fue construida en 1948 sobre una del S. XVIII. Destaca por unos capiteles, ménsulas y esculturas de portada que, que evidentemente, están muy poco desgastadas por el tiempo y te hace imaginar en que estado estarían, por ejemplo, las del Pórtico de la Gloria de Santiago, si no hubieran pasado todos los siglos por encima. 



CUEVAS DEL CASTILLO Y LAS MONEDAS

Después de este paseo ligero por un par de calles de la ciudad, volví a la parada del autobús, donde se ve muy claro el cartel para los coches que indica la dirección hacia "las cuevas prehistóricas del Castillo". 
Es el momento de comenzar una buena combinación entre deporte y cultura. Si os acercáis en coche, dejadlo en el aparcamiento y seguid el camino bien señalizado como PRS17 que sube hasta la cima del monte. No os preocupéis que las cuevas están a sólo un tercio de la subida a la cima y si queréis o el tiempo no lo permite no tenéis porque subir hasta la cima. El camino es bastante sencillo y es apto también para los pequeños siempre que no haya llovido recientemente y esté resbaladizo pro culpa del barro.


Llegué un poco cansada a la Cueva del Castillo, donde se encuentran las taquillas y los edificios de servicio como baños, mesas con bancos, máquinas expendedoras y edificio de oficinas. No os podéis olvidar de hacer la reserva previamente por internet o teléfono, ya que en temporada alta puede que os quedéis sin plaza. Yo llegué una hora antes de lo previsto y como era yo sola, me pudieron acomodar en grupos que no habían quedado completos. La chica de las taquillas fue encantadora y me propuso para que no tuviera que esperar mucho visitar primero la cueva de Las Monedas y luego la del Castillo, al revés de lo habitual.
Lo mejor es que el día había cambiado, y si en Santander llovía con ganas, en ese momento el sol lucía con fuerza y el paisaje desde la "repisa" donde se encuentran las cuevas, se ven el valle y los montes de un verde espectacular. Esperando el rato hasta que comenzara una de las visitas paseé al sol, oí vacas a lo lejos y vi unos buitres enormes dar vueltas muy bajas seguramente sobre algún animal muerto.


El conjunto de las Cuevas del Monte Castillo no se limita sólo a las dos que he mencionado, sino que hay más cerradas al público, pero se pueden ver las rejas que cierran su entrada y los nombres grabados sobre la piedra junto a ellas. No todo es lo que se ve en esta vida, sino que también es lo que te imaginas tras una puerta cerrada tras nombres evocadores como Las Chimeneas, la Pasiega, ...



CUEVA DE LAS MONEDAS

Como os he dicho, esta es la que se suele ver en segundo lugar, y es una maravilla en cuestión de las formas de la naturaleza, los colores de la piedra caliza, las estalactitas, estalagmitas, columnas, cascadas o coladas formadas por el paso de los siglos del agua entre la piedra de este monte puntiagudo.
Aquí el guía, que no era muy expresivo que digamos, nos enseñó el brillo de las bacterias que destruyen la pintura. Nos destacó las diferentes formas de las rocas, nos señaló las formaciones más espectaculares y nos contó la leyenda del nombre que le han dado a la cueva. Hay que tener en cuenta que la exploración de las cuevas no es algo contemporáneo, que un intrépido explorador debió entrar en el siglo XVI y bajando por una sima de 20 metros con una cuerda y dejando una huella de bota con clavos al findo. Al volver a subir, le cayó un saquito de monedas y temiendo por su vida, por no poder salir allí las dejó a la posteridad.
En esta cueva además se encontraron varios esqueletos de oso, que usaban esta cueva para hibernar. 
Las pinturas en esta cueva están concentradas en una sola galería y son muy bellas y la que más me gustó a mi es una de un zorro.


LA CUEVA DEL CASTILLO

http://cuevas.culturadecantabria.com/castillo.asp
Es la primera cueva que se descubrió y la  más famosa del conjunto. Fue descubierta por Hermilio Alcalde del Río en 1903. De ella destaca la parte en la que menos se fija el público, la cornisa o abrigo bajo el que habitaban los humanos. Esa gran cornisa o visera, cubría la zona donde ahora se halla la recepción y un pequeño centro de interpretación, tras los cuales se ven los andamios y los procesos de excavación de los que se obtiene la información de la vida cotidiana de las dos especies que habitaron el lugar, Neanderthales y Homo sapiens. Este es el lugar donde se desarrollaba la vida cotidiana, donde se alimentaban, cocinaban, dormía, etc. El interior de la cueva era en cambio, el "templo", el lugar donde se realizaban las pinturas rituales y contactaban con lo divino.

Gran parte de la cueva es visitable, pero el grupo permanece siempre acompañado de un guía, que los detiene en los lugares donde o bien las formas de la naturaleza o bien los restos artísticos de los humanos son destacables. El último tramo de la gruta no se puede visitar por causas de conservación. Por este mismo motivo, el guía va encendiendo y apagando de nuevo las luces de las pinturas que enseña, incluso apaga tramos enteros de luz al salir el grupo. La cueva es muy amplia y no hay pasos estrechos, está habilitada para el paseo de los turistas, con pasillos y escalones tallados en la piedra. Pero os recomiendo que llevéis zapatos que no resbalen y si vais en verano una chaquetilla para no pasar frío. Yo la visité en febrero e incluso se estaba mejor en el interior, ya que la cueva mantiene una temperatura bastante estable sobre los 15 grados.
Los guías procuran pararse en ejemplos de diferentes épocas y de diferentes motivos.
Las figuras de animales son las más famosas, como por ejemplo este bisonte coloreado, aunque también vimos renos, ciervos, uros y algún bóvido más. Me encanta la manera que tenían de aprovechar los relieves de las piedras para dar forma a las figuras, algo que en las fotos es difícil de mostrar.

La que más me llamó la atención a mi fue un panel lleno de manos pintadas sobre la pared en negativo, es decir poniendo la mano sobre la piedra y soplando el pigmento a través de un hueso vacío a modo de spray. Si bien este hecho no es especialmente original, ya que se encuentra en más cuevas, a mi me gusta imaginarme a cada una de las personas de un grupo dejando esta huella tan personal. Según la guía la mayoría son de hombre e izquierdas pero también hay algunas de niño y derechas. Hay repartidas por toda la cueva unas 50.

Las últimas son los signos, entre los que destacan unos discos o puntos colocados como en línea, seguidos y cuyo significado es un misterio, aunque pueden significar mil cosas como un calendario, un sistema de contar, o vete a saber tú qué.
Al salir de esta maravillosa visita a las cuevas tuve mala suerte y el tiempo había empeorado, y pecando de prudente decidí no subir a la cima del monte. Pero se ve que es una excursión muy recomendable y no demasiado difícil. Por lo tanto bajé directamente al pueblo, donde aproveché para comer en uno de los varios restaurantes que hay junto a la carretera principal y allí esperé con este platazo a esperar que dejara de llover. Siento decir, que a pesar de tener muy buena pinta, la carne no estaba todo lo tierna que era de esperar.

VIA VERDE DEL RÍO PAS

http://www.balneariodepuenteviesgo.com/actividades/en-el-entorno/40-via-verde-pas-puente-viesgo-a-ontaneda
Después de comer el tiempo había mejorado así que decidí hacer una suave ruta que hay paralela al río, por una pista asfaltada y también preparada para las bicicletas. Yo no la hice completa porque la tarde avanzaba y tenía que coger el bus de vuelta, pero siempre me impresiona ver un río (teniendo en cuenta que en Mallorca no los hay).
En un inicio está asfaltada en rojo y hay bastante paseante y pasas junto a la antigua estación de tren, ahora en desuso, pero con encanto.


Hay un precioso puente de forma esbelta hecho de madera y unos muy tosco a modo de "tablón" hecho de hormigón algo más adelante. Lo sorprendente y siempre agradable son los montes cercanos tan verdes entre bosques y pastos que dan fama al norte de España, que por lo demás es un país donde domina el secano.
 


Para acabar mi visita al pueblo, aproveché para comprarme unos sobaos, dulce típico de Cantabria con un delicioso sabor a mantequilla que me han servido de desayuno para los días siguientes. Los sobaos son típicos de los valles pasiegos, hechos con mantequilla, azúcar, harina, huevos, sal limón rallado, levadura y un poco de anís o ron. Mmmmm. Riquísimos y no aptos para los que hacen dieta.

1 comentario: