En este mes y medio que he pasado en Sevilla, mi lugar favorito, sin duda alguna ha sido los Reales Alcázares. Yo no había oído apenas hablar de ellos y me parecieron el lugar más mágico de la ciudad. Una tarde entera en un mundo diferente y demasiado bello como para aprehenderlo todo. Te transporta a otro momento de la historia.
El Real Alcázar de Sevilla es en realidad un conjunto de palacios, por lo que se le conoce como Reales Alcázares. La suma de palacios, estancias y jardines de diferentes épocas y estilos (islámico, mudéjar, gótico, renacentista, barroco) lo hacen algo realmente especial y por ello fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1987.
Los primeros momentos del Alcázar datan del S. VIII como residencia de los emires y dirigentes islámicos, de estos orígenes apenas quedan las murallas que rodean todo el recinto. Tras la conquista de Sevilla por Fernando III, se convirtió en el alojamiento real de su hijo Alfonso X. De Pedro I destaca la construcción del Palacio Mudéjar. Los reyes de la monarquía española han vivido temporadas en sus palacios, cuyas paredes han observado de cerca acontecimientos como el nacimiento del hijo de los Reyes Católicos, el príncipe Juan en 1478; la boda de Carlos V con Isabel de Portugal, etc. Desde 1931 pertenece al municipio, aunque destaca que en el se celebrara la recepción y el banquete de la infanta Elena, hija del rey actual de España (divorciadísima en la actualidad).
Página web: http://www.alcazarsevilla.org
Precio: 8.75 € adultos, 2€ estudiantes y jubilados
Horario invierno: de lunes a domingo de 9.30 a 17h
Horario de verano: De lunes a domingo de 9.30 a 19h.
La entrada al recinto, en la que siempre hay una generosa cola, se hace por la Puerta del León, flanqueada por unas recias murallas que con suerte os harán sombra mientras esperáis pacientemente. Una vez hayáis pagado religiosamente vuestra entrada accederéis al Patio del León, separado por los restos de una muralla de época almohade del siguiente patio, el de la Montería.
A la derecha de este patio se encontraba la Casa de Contratación de Indias, de la que hoy solo quedan algunas partes. Este organismo regulaba las relaciones y comercio con el continente recién descubierto: América. Aquí también se proyectaron los grandes viajes, como la primera vuelta al Mundo de Magallanes y el Cano.
Dejando los prolegómenos atrás, es hora de entrar en faena. Una de las grandes maravillas, no estaréis preparados para tanta belleza, es el Palacio de Pedro I o Palacio mudéjar (1356-1366). Se encuentra dividido en dos zonas, ambas distribuidas alrededor de dos patios: el de las Doncellas y el de las Muñecas.
Tras esta estupenda fachada pasamos a un decoradísimo vestíbulo y cruzamos varios pasillos hasta el PATIO DE LAS MUÑECAS, que recibe el nombre de unas pequeñas cabecitas en los arcos que sustentan el patio. Los visitantes se entretienen encontrando las nueve muñecas, porque la leyenda dice que si las encuentras todas tendrás buena suerte. Yo no encontré más que un par, el patio era tan impresionante que ni me acordé de hacerlo. Siempre está lleno de gente, pero te podrías quedar horas disfrutando de la primera impresión del Alcázar, que como es la que cuenta, os dejará enamorados.
Desde este patio accederéis a varias salas y de vez en cuando os dará la sensación de que os estáis dejando alguna. Os puedo asegurar que así es, pero tomároslo con calma, imaginad que sois uno de los habitantes del palacio y deambulad de un lugar a otro. Por ejemplo llegaréis a la Sala del príncipe, donde nació uno de los hijos de Isabel la Católica*.
* Recordad que el sobrenombre que sigue al nombre de los reyes debe escribirse con mayúsculas, pero no el artículo que le precede. Muy interesante este artículo de la RAE sobre como se usan las mayúsculas.
Si el patio de las muñecas te mete en un estado especial, lo siguiente es aun mejor: el PATIO DE LAS DONCELLAS, mucho más grande, bello y de carácter menos íntimo. Es, según algunos autores, la obra maestra del arte mudéjar andaluz. Ha sido restaurado recientemente, intentando recuperar el aire originar de la época de Pedro I. Tiene una alberca alargada en el centro que divide el patio con arriates rehundidos, según la costumbre de los patios islámicos, que se regaban por inundación. Los arcos del patio son lobulados, con los centrales de mayor tamaño.
A este patio dan estancias muy importantes como la Alcoba real y la Sala regia, el Salón de Embajadores y algunas más. Eso si sois capaces de abandonar este maravilloso patio...
El Salón de embajadores os encantará, entraréis desde el patio (o saldréis) por unas puertas de madera originales de 1366. La sala es de planta cuadrada y dos de sus lados están cerrados por unas arquerías triples de herradura con una decoración abigarrada en dorados y azules. Lo más impresionante es la bóveda semiesférica de mocárabes dorados que la cubre.
El Real Alcázar de Sevilla es en realidad un conjunto de palacios, por lo que se le conoce como Reales Alcázares. La suma de palacios, estancias y jardines de diferentes épocas y estilos (islámico, mudéjar, gótico, renacentista, barroco) lo hacen algo realmente especial y por ello fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1987.
Los primeros momentos del Alcázar datan del S. VIII como residencia de los emires y dirigentes islámicos, de estos orígenes apenas quedan las murallas que rodean todo el recinto. Tras la conquista de Sevilla por Fernando III, se convirtió en el alojamiento real de su hijo Alfonso X. De Pedro I destaca la construcción del Palacio Mudéjar. Los reyes de la monarquía española han vivido temporadas en sus palacios, cuyas paredes han observado de cerca acontecimientos como el nacimiento del hijo de los Reyes Católicos, el príncipe Juan en 1478; la boda de Carlos V con Isabel de Portugal, etc. Desde 1931 pertenece al municipio, aunque destaca que en el se celebrara la recepción y el banquete de la infanta Elena, hija del rey actual de España (divorciadísima en la actualidad).
Página web: http://www.alcazarsevilla.org
Precio: 8.75 € adultos, 2€ estudiantes y jubilados
Horario invierno: de lunes a domingo de 9.30 a 17h
Horario de verano: De lunes a domingo de 9.30 a 19h.
La entrada al recinto, en la que siempre hay una generosa cola, se hace por la Puerta del León, flanqueada por unas recias murallas que con suerte os harán sombra mientras esperáis pacientemente. Una vez hayáis pagado religiosamente vuestra entrada accederéis al Patio del León, separado por los restos de una muralla de época almohade del siguiente patio, el de la Montería.
A la derecha de este patio se encontraba la Casa de Contratación de Indias, de la que hoy solo quedan algunas partes. Este organismo regulaba las relaciones y comercio con el continente recién descubierto: América. Aquí también se proyectaron los grandes viajes, como la primera vuelta al Mundo de Magallanes y el Cano.
Dejando los prolegómenos atrás, es hora de entrar en faena. Una de las grandes maravillas, no estaréis preparados para tanta belleza, es el Palacio de Pedro I o Palacio mudéjar (1356-1366). Se encuentra dividido en dos zonas, ambas distribuidas alrededor de dos patios: el de las Doncellas y el de las Muñecas.
Tras esta estupenda fachada pasamos a un decoradísimo vestíbulo y cruzamos varios pasillos hasta el PATIO DE LAS MUÑECAS, que recibe el nombre de unas pequeñas cabecitas en los arcos que sustentan el patio. Los visitantes se entretienen encontrando las nueve muñecas, porque la leyenda dice que si las encuentras todas tendrás buena suerte. Yo no encontré más que un par, el patio era tan impresionante que ni me acordé de hacerlo. Siempre está lleno de gente, pero te podrías quedar horas disfrutando de la primera impresión del Alcázar, que como es la que cuenta, os dejará enamorados.
Desde este patio accederéis a varias salas y de vez en cuando os dará la sensación de que os estáis dejando alguna. Os puedo asegurar que así es, pero tomároslo con calma, imaginad que sois uno de los habitantes del palacio y deambulad de un lugar a otro. Por ejemplo llegaréis a la Sala del príncipe, donde nació uno de los hijos de Isabel la Católica*.
* Recordad que el sobrenombre que sigue al nombre de los reyes debe escribirse con mayúsculas, pero no el artículo que le precede. Muy interesante este artículo de la RAE sobre como se usan las mayúsculas.
Si el patio de las muñecas te mete en un estado especial, lo siguiente es aun mejor: el PATIO DE LAS DONCELLAS, mucho más grande, bello y de carácter menos íntimo. Es, según algunos autores, la obra maestra del arte mudéjar andaluz. Ha sido restaurado recientemente, intentando recuperar el aire originar de la época de Pedro I. Tiene una alberca alargada en el centro que divide el patio con arriates rehundidos, según la costumbre de los patios islámicos, que se regaban por inundación. Los arcos del patio son lobulados, con los centrales de mayor tamaño.
El Salón de embajadores os encantará, entraréis desde el patio (o saldréis) por unas puertas de madera originales de 1366. La sala es de planta cuadrada y dos de sus lados están cerrados por unas arquerías triples de herradura con una decoración abigarrada en dorados y azules. Lo más impresionante es la bóveda semiesférica de mocárabes dorados que la cubre.
Lo siguiente en la lista es el Palacio Gótico, construido por Alfonso X para albergar su corte.
Algo que ha sufrido un cambio significativo con el tiempo es el Patio del Crucero. En el S. XII, en el periodo almohade, era un patio de dos niveles: el más alto es el que correspondería al actual, con dos pasillos transitables que se cruzaban en el centro. Los parterres se encontrarían en el nivel inferior a casi 5 metros por debajo, donde había plantados árboles frutales, cuyos frutos y flores quedaban al nivel de las narices y ojos de los paseantes. Con el terremoto de Lisboa el jardín resultó dañado y se rellenó la parte inferior del patio. De este piso inferior del palacio sobreviven los Baños de Doña María, una gran piscina "cubierta" y bastante íntima a la que entraréis cuando estéis visitando los jardines. Eso sí que es un spa y lo demás son tonterías.
Tras visitar todas las salas habidas y por haber, más o menos bellas, más o menos interesantes, es hora de que salgáis al JARDÍN. Muy aconsejable no hacerlo bajo un sol de justicia, yo lo hice a media tarde de septiembre y fue muy agradable. Acabé sentada sobre el césped de un rincón apartado aprovechando el momento para descansar. Sed conscientes que por mucho que os esforcéis será difícil que los veáis todos, sobretodo porque estaréis cansados de visitar el interior. Yo di vueltas por aquí y por allá, deambulando y encontrado parterres floridos, fuentes y canales, grutas, etc.
Al salir del palacio el primero que encontraréis es el estanque de Mercurio y la Galería de los Grutescos, por donde podréis pasear junto a unas rocas que recuerdan al fondo del mar.
¡Tras descansar por los jardines la salida la haréis por el Patio de Banderas y ya lo tenéis listo!
¿Os ha parecido un lío? ¿Una descripción caótica y desordenada? Pues me parece que no he estado muy inspirada, estoy "más liada que la pata de un romano", expresión que utilizaba uno de mis compañeros de trabajo a todas horas y que hace referencia supongo a los nudos de las sandalias de los romanos. Vamos, digo yo... Todo esto os lo podría haber contado Fran, un amigo y compañero de trabajo que ha sido guía del Alcázar y os lo hubierais pasado mejor.
¿Qué hacer después de tanto alcázar? Tenéis que recuperar las fuerzas y os propongo uno de mis bocatas andaluces favoritos: el serranito. Ya sé que en otras partes de España todo el mundo lo conoce, pero aquí en Mallorca yo no había oído hablar de él. Está de muerte y aquí va una foto de mi compi de trabajo María, con la que me fui a disfrutar de uno. Es un bocata hecho con pan, lomo de cerdo o pechuga de pollo, jamón serrano, rodajas de tomate y pimientos verdes fritos. ¡Una delicia!
Últimos apuntes de este blog. Pensando en los sevillanos y que se dice de ellos, me he acordado de una frase hecha que ahora se utiliza menos:
<<Ser más falso que un duro sevillano>>
Espero que nunca os hayan dicho que seáis así de falsos, pero es una frase curiosa. Los sevillanos en sí no son especialmente falsos, hay de todo como en cualquier sitio; esta expresión viene de un suceso histórico relevante. Resulta que en 1876 la plata era el metal de moneda más abundante y se decidió que fuera la moneda de curso legal forzoso, desplazando al oro. El precio de la plata había caído tanto que la peseta fue perdiendo valor, de manera que las 5 pesetas de valor llevaban sólo 2 pesetas de peso real en plata, con lo que el estado ganaba 3 pesetas en metal. Este cambio despertó la picaresca para dar salida a tanto metal de bajo precio y se empezaron a acuñar "duros" (monedas de 5 pesetas) que eran prácticamente iguales que los de curso legal. Las primeras acuñaciones falsas aparecieron en Sevilla y por ello se llaman duros sevillanos.
¿Qué os comprabais vosotros con un duro en vuestra niñez? A mi me daba solo para chuches. Pero supongo que hay lectores de todas las edades. Contestad con un comentario en el post.
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